Así vendió la icónica revista a la mujer en EEUU durante 62 años.

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Unidades de Datos e Infografía

La primera vez que Pamela Anderson se destapó en una portada de Playboy, con un sombrero de paja cubriendo su entrepierna, tenía apenas 22 años. Era 1989 y la revista comenzaba a privilegiar a las jóvenes rubias en sus tapas.

Este viernes, 11 de diciembre de 2015, un cuarto de siglo después, la popular modelo estadounidense, de 48 años, engalana la edición histórica de la publicación, que perdió la batalla del desnudo y decidió vestir a sus mujeres para sobrevivir.

Univision Noticias analizó todas las portadas de la edición estadounidense, desde su primer número en diciembre de 1953. Se estudiaron las características físicas de las mujeres que allí posaron: el color de cabello y piel, altura, edad y medidas. Los datos se utilizaron para construir el modelo de mujer predominante en cada década, que se puede ver en este especial interactivo.

Que Anderson pose esta vez con sus 48 años es una muestra de lo que ocurrió con las portadas de la revista a lo largo de 62 años. Conforme Playboy fue envejeciendo, también fueron madurando sus mujeres.

Esas modelos con las que la revista buscó atraer en los quioscos, pasaron de ser la chica natural de los años 60 y 70, al modelo quirúrgico y retocado de Anderson, de cabello claro en su mayoría, un poco más alto, de caderas pequeñas y esquivo de las mujeres negras.

De las 735 ediciones mensuales en Estados Unidos, la icónica revista erótica fundada por Hugh Hefner en 1953, solo privilegió en su portada a mujeres negras en 14 ocasiones.  Entre ellas, el número más reciente de diciembre de 2015, que tiene a la modelo Eugena Washington compartiendo una doble tapa con la rubia Anderson.

La irrupción de las rubias

Por la portada de la revista pasaron 715 mujeres. Anderson, precisamente, es quien más repitió esa distinción, con un récord de 14 apariciones. En los primeros años, las tapas fueron más diversas. Por ejemplo, en la década del 60, la mayoría de mujeres tenía cabello oscuro o pelirrojo.  Esa línea cambió a partir de los 80, cuando irrumpieron las rubias, quienes reinaron por treinta años hasta que cedieron espacio, a partir de 2010.

Consultada al respecto, la investigadora Sarah Gervais, especialista en temas de género y deshumanización de la mujer de la Universidad de Nebraska-Lincoln, cree que la diversidad de Playboy en los años 60 respondía a la influencia que ejerció el movimiento por los derechos civiles y de las mujeres en esa época, que promovía la equidad racial y de género.

Con el paso de los años, la revista también se dejó seducir por mujeres mayores. En los 50, el promedio de edad en las portadas era 21,9 años. Luego fue creciendo hasta alcanzar los puntos más altos en 1995 y 2004, con un promedio de 32 años. En los últimos tiempos se ha mantenido en 29.

Veinte años atrás, los investigadores Anthony A. Borgaet y Deborah F. Turkovich, de la Universidad de Western Ontario, Canadá, hicieron un estudio similar de Playboy y también vieron el cambio de la edad. “No está claro lo que significa. Podría reflejar un éxito cada vez mayor de las mujeres mayores para mantener su apariencia juvenil (a través del ejercicio, por ejemplo)…O también podría reflejar pequeños cambios en los estándares de belleza al lado de una población que va envejeciendo”, escribieron.

La investigadora Sara Gervais señala que el auge de la cirugía plástica también contribuyó. “También podría ser que las mujeres relativamente mayores que aparecieron en las portadas eran más famosas. Así, la fama, y no la edad era el factor principal en esas portadas”, explicó para Univision Noticias.

Una mirada de cerca a las 28 mujeres mayores de 40 años que aparecieron en la revista, revela que 80% de ellas eran actrices famosas, supermodelos consagradas o hijas de grandes personalidades en Estados Unidos.

Los datos analizados muestran que en los años 50 y 60 la mujer promedio en portada era más baja que la actual, con el busto más grande, de cintura más delgada y menor peso. También arrojaron que 60,5% de ellas fueron estadounidenses, seguidas de las británicas y las canadienses, que es el rubro al que pertenece Pamela Anderson.

“La Playmate del mes era una declaración política. Playboy se proponía hacer realidad un sueño americano, inspirado en las ilustraciones y fotografías en los calendarios de los años treinta y cuarenta: la intención era transformar a la chica que vivía justo al lado en un símbolo sexual. Y esto significaba que había que cambiar muchas cosas respecto al tema de la sexualidad femenina para comprender que hasta a las chicas bien les gustaba el sexo. Era un mensaje tan importante como todas las luchas feministas”, escribió el filósofo feminista español Paul Preciado en su libro Pornotopía que analiza los efectos de la revista en la identidad estadounidense.

Para el hombre blanco con pipa

Preciado explica que la revista nace para complacer al hombre blanco y soltero que le tiene pavor al compromiso matrimonial, también al casado que buscaba espacio de placer dentro de casa. “El éxito  consistía en situar al frustrado lector masculino suburbano estadounidense, todavía participante en las lógicas del consumo y el ocio de la economía de posguerra y cómplice de las estructuras sociales de segregación de género, clase y raza, en la posición de jugador, dándole por un momento la posibilidad de gozar de la transgresión moral para invitarle, después, a retomar su vida de ciervo trabajador y volver a su casa y a su césped”, describe.

Pero ese éxito ha ido en decadencia. Desde mediados de los años 70, su circulación ha ido disminuyendo de manera constante. Pasó del mayor tiraje en su historia, 7.9 millones de ejemplares en noviembre de 1972, a cerca de 800,000 copias actualmente.

En octubre de 2015, el semanario inglés The Economist reportó que la revista actualmente mantiene pérdidas anuales de $3 millones. Impotente para competir con la gran cantidad de pornografía que circula en Internet, la revista apostó por dejar de lado los desnudos y reforzar  al contenido editorial para llegar a una mayor audiencia.

Preciado lanza su apuesta. “Les tengo dos noticias : La mala es que la pornotopía Playboy se muere. La buena es que somos necrófilos”.

Las conejitas no son negras

De 715 mujeres que posaron para la portada de la edición estadounidense de Playboy durante seis décadas, solo 13 son negras, incluidas la modelo Eugena Washington -protagonista del número de diciembre de 2015- y la hermana de Michael Jackson, Latoya, quien posó dos veces.

En tres ocasiones aparecieron acompañadas de otras modelos, casi siempre rubias. Así que, al final, solo 11 portadas en toda la historia de Playboy tuvieron como protagonista principal a una mujer negra. Eso es el 1.2% de todas las ediciones de la revista, en un país que tiene una población afroamericana de 13%.

Las mujeres negras estuvieron ausentes en la carátula de la revista durante los primeros 16 años de tiraje, hasta enero de 1970, cuando apareció la modelo Jean Bell, acompañada de otras cuatro mujeres blancas. Aunque Bell fue la única cuyo rostro no se mostraba completo. En octubre de 1971 se rompió esa norma, cuando Playboy ofreció como protagonista principal de la portada a la modelo afroamericana Darine Stern, quien entonces tenía 24 años.

Pasaron cuatro años para que una mujer de tez oscura llegara a la portada nuevamente. Esa vez fue el turno para Azizi Johari, de 26 años, que apareció en enero de 1975, acompañada de 11 mujeres blancas. Transcurrió más de una década, antes de que una mujer afrodescendiente volviese a la carátula de la publicación de Hugh Hefner.

Univision Noticias le presentó estos datos a la investigadora Sarah Gervais, especialista en temas de género y deshumanización de la mujer de la Universidad de Nebraska- Lincoln. Ella explicó que la escasa diversidad en los medios de comunicación, incluso más allá de Playboy, no solo afecta la forma en la que las mujeres blancas ven a las negras, sino la manera en como éstas se miran a sí mismas.

“La poca representación de minorías raciales y étnicas puede contribuir a la insatisfacción en estas poblaciones, que puede estar asociado a los esfuerzos por tratar de ajustarse al ideal blanco y delgado, alisándose el cabello y tiñéndolo rubio, por ejemplo”, explicó la especialista. “Impresiona la escasa diversidad racial y étnica en las portadas de Playboy. Pero no estoy sorprendida. Sabemos que en Estados Unidos, así como alrededor del mundo, los ideales de belleza, representado en los medios visuales, sugieren que las mujeres más atractivas son jóvenes, muy delgadas con grandes senos, de piel blanca o clara y frecuentemente rubias. Incluso cuando mujeres de minorías étnicas son mostradas en algunos medios, su piel suele ser aclarada mediante Photoshop”, comentó Gervais.

Con el año 1980 llegó el 80% de las portadas con mujeres negras. La mayoría estadounidenses y solo tres extranjeras: la actriz haitiana Garcelle Beauvair Nilon, la supermodelo británica Naomi Campbell y Denise Matthews-Smith, una modelo canadiense.

“Playboy desarrolla un discurso masculino, adolescente, heterosexual y consumista, para mantener una distancia estratégica tanto con respecto a la estricta moral sexual de la casa suburbana y sus distinciones de género, como con respecto a la defensa feminista de la expansión de las mujeres al espacio público, brillo profesional y una fórmula dirigida a hombres adolescentes de todas las edades. Las clases bajas o afroamericanas, privadas de poder adquisitivo, serán representadas como criminales en potencia, el adolescente blanco de clase media (¡de cualquier edad!) podrá aspirar a convertirse en un auténtico playboy”, escribió el filósofo español Paul. B Preciado en su análisis sobre Playboy: Pornotopía (Anagrama, 2010).

Univision Noticias trató de conversar con algún representante de Playboy para preguntarle sobre este y otros datos, pero su vicepresidenta de Relaciones Públicas, Theresa Hennessey, no contestó los mensajes que se le enviaron.

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Y los lectores maduraron con Pamela

 Es difícil determinar si la historia reciente de Playboy se cuenta a través de Pamela o la de Pamela a través de Playboy. La rubia canadiense ha aparecido catorce veces en la portada de la revista, más que ninguna otra chica. En parte, porque cuenta con los atributos físicos que, desde finales de los ochenta, han dominado el imaginario colectivo de los hombres estadounidenses: mujeres de larga cabellera rubia, grandes pechos siliconados, labios carnosos, piel ligeramente bronceada por un sol californiano y una actitud que pasa de la inocencia a la sutil perversión, sin ningún asomo de vergüenza.

Pamela cumple con todos esos requisitos. Sus (cambiantes) curvas, su azarosa historia personal, sus escándalos son parte de la publicación para caballeros desde 1989, cuando apareció por primera vez, ‘vestida’ de colegiala y mostrando sus recién operados pechos. Pero su popularidad llegó en los noventa, cuando formaba parte del icónico equipo de salvavidas en traje de baño rojo de la serie Baywatch; en esos años dorados, estuvo  nueve veces –con y sin traje de baño- en la portada de Playboy.

Sin embargo, el punto máximo del “éxito” de Pamela no llegó gracias a sus fotografías ni a su descolorido trabajo en cine. Ocurrió en 1997 cuando el video erótico de su luna de miel con su entonces marido, el baterista del grupo Motley Crüe, Tommy Lee, fue robado y difundido en internet. Un escándalo de dimensiones descomunales lo convirtió en el video porno de mayor éxito comercial del momento –algo que las Kardashian de hoy tendrán que agradecer.

Entonces Playboy también estuvo allí. En las páginas de julio de 2001, Pamela demostró que puede reírse de sí misma, ayudada por la lente del célebre fotógrafo David LaChapelle. Una serie fotográfica de tintes cómicos que, dijeron, representaba “momentos definitorios de su vida encantadora”. ¿Para qué? Para la historia.

A Pamela ir desnuda le sienta natural. Lo demostró dos veces más en Playboy, algunas ocasiones más en otras revistas y en sus propias cuentas de Instagram.

Ahora, los adolescentes imberbes que se excitaron con ella a finales de los ochenta recorren con Pamela (y sus portadas) su propia inmersión a su menos divertido mundo adulto –tres matrimonios fallidos, dos hijos adolescentes, varias relaciones, un contagio de hepatitis C por intercambio de agujas, una causa social (la de los animales principalmente) tomada muy a pecho y finalmente, una última aparición en Playboy.

Para esta edición, la estrella fue entrevistada por el actor James Franco. Con 48 años, Pamela muestra que sigue siendo una rubia espectacular, de pechos prominentes, pero que sus prioridades (al igual que las de la revista) han cambiado. Antes de aceptar la propuesta pidió permiso a sus hijos de 18 y 17 años para posar (sí) desnuda.

Impresionante falta de diversidad racial

Sara Gervais is an Associate Professor in the Department of Sociology at the University of Nebraska-Lincoln as well as Director of the Subtle Prejudice Lab.

Sara Gervais is an Associate Professor in the Department of Sociology at the University of Nebraska-Lincoln as well as Director of the Subtle Prejudice Lab.

La escasa diversidad racial en las portadas de una revista como Playboy, y en los medios de comunicación en general, es un factor que podría contribuir a la insatisfacción de las mujeres de color con su propio cuerpo, afirmó la sicóloga Sarah Gervais.

Ella se refiere al hecho de que de las 735 ediciones mensuales que ha publicado Playboy en Estados Unidos, solo presentó en su portada a mujeres negras en 14 ocasiones.

“Sabemos que tanto en los EEUU como alrededor del mundo, los ideales de la belleza en los medios de comunicación visuales sugieren que las mujeres más atractivas son jóvenes, muy delgadas con grandes senos, blancas o de piel clara, y frecuentemente rubias”, apunta Gervais, profesora asociada del Departamento de Sicología de la Universidad Lincoln-Nebraska y especialista en temas de deshumanización de la mujer, prejuicio y acoso sexual.

Gervais, directora del Subtle Prejudice Lab (Laboratorio del Prejuicio Sutil) de la misma universidad, analizó los resultados de la investigación que hizo Univisión, sobre las mujeres que aparecieron en las portadas de la icónica revista fundada por Hugh Hefner en 1953. Este es un extracto de la entrevista:

Dada su experiencia, según los datos que le hemos mostrado, ¿Cuál es la conclusión que más le llama la atención?

Es un estudio fascinante. Me impresionó mucho la falta de diversidad racial o étnica en las portadas de la revista Playboy, pero no me sorprendió por completo. Sabemos que tanto en los EEUU como en el mundo entero, los ideales de la belleza en los medios de comunicación visuales sugieren que las mujeres más atractivas son jóvenes, muy delgadas con enormes senos, blancas o claras de tez, y frecuentemente rubias. Aún cuando las mujeres que son de minorías raciales y étnicas aparecen representadas en los medios de comunicación, frecuentemente les blanquean la piel usando Photoshop. También existen estudios que sugieren que, cuando las mujeres de color aparecen de manera resaltada en los medios de comunicación, frecuentemente son representadas como exóticas (mujeres afroamericanas vestidas de tela que simula la piel del leopardo, por ejemplo). También encontré que el aumento en la edad es interesante. Esto va en contra del ideal de juventud, pero pienso si las mujeres relativamente mayores, favorecidas en las portadas, también serían de las más famosas (de manera que la fama, en vez de la edad, estaría motivando estas portadas). La cirugía plástica permite que mujeres relativamente mayores sigan luciendo bastante jóvenes.

¿Evidencia exclusión racial o desigualdad el hecho de que sean de tez negra sólo el 1,8% de las mujeres que aparecieron en la portada de la revista durante 62 años?

Los negros constituyen aproximadamente el 13% de la población, así que el hecho de que sólo el 2% de las portadas muestren a mujeres negras sugiere que sí están sub-representadas.

¿Cómo pueden los estándares de belleza “normativos”, tales como éste, ayudar a explicar la forma en que el asunto de raza funciona en los Estados Unidos?

Los estándares de belleza normativos frecuentemente brindan reglas implícitas, sin estar escritas, sobre lo que significa ser una mujer atractiva en nuestra cultura. El que estos estándares frecuentemente se fundamenten en la piel blanca o la tez clara, podría servir para transmitir el mensaje de que las personas que no son blancas son menos atractivas (¡por supuesto yo no creo esto personalmente!). No obstante, existen notables excepciones a estos mensajes culturales, tales como la presentación de Beyoncé y Lupita Nyong’o como mujeres extraordinariamente atractivas. Sin embargo, ¡nos queda un largo trecho que recorrer!

¿Piensa usted que esta sub-representación de las mujeres de color en una revista erótica tal como Playboy revela el comportamiento general de los medios de comunicación en los Estados Unidos? ¿Afecta la manera en que los blancos miran a las mujeres de color?

Muchísimos estudios demuestran que exponer a las mujeres a los medios de comunicación (por ejemplo, las modelos de alta costura o de medios eróticos) las hace sentirse menos satisfechas con sus propios cuerpos. Me imagino que esto afecta no sólo la manera en que las mujeres blancas miran a las mujeres de color, sino también la forma en que las mujeres de color se miran a sí mismas. Puede ser que la falta de representación de las minorías raciales-étnicas contribuya a la insatisfacción con su propio cuerpo en estas poblaciones, lo cual podría estar relacionado con esfuerzos para adaptarse al ideal de ser delgada y blanca (por ejemplo, alisarse el cabello, teñirse de rubia, etc.).

¿Encuentra una razón cultural o política por la cual la revista fuese más diversa -en cuanto al color del cabello, por ejemplo- en las décadas del 60 y del 70?

Es posible que, como otros aspectos de la cultura, la revista fue influida por los movimientos de derechos civiles y de la mujer que estaban promoviendo más igualdad racial y de género.

¿Piensa usted que Playboy de cierta manera fue un manifiesto político? O sea, al tratar de cambiar la manera en que la sociedad miraba la sexualidad femenina en los Estados Unidos, o al transformar en símbolo sexual a la chica de la casa de al lado.

Playboy les presenta a sus lectores y a la sociedad, de manera más general, un cuadro en que los atributos más importantes de las mujeres son su belleza y su atractivo sexual por encima de su intelecto, su potencial de liderazgo y su personalidad. Desafortunadamente, el hecho de que Playboy ya no incluirá fotos al desnudo probablemente no remediará este fenómeno cultural. Los consumidores ya no necesitan comprar Playboy para mirar tales imágenes de mujeres, que están disponibles a la punta de sus dedos mediante computadoras, tabletas y teléfonos inteligentes. De hecho, mientras que en el pasado los consumidores tenían que salir a buscar tales medios (por ejemplo, comprar Playboy o Hustler), en este momento, es imposible evitarlos. Tales medios, representando a las mujeres como objetos sexuales, forman parte de la corriente prevaleciente.

¿Piensa usted que los estándares de belleza y sensualidad impuestos por Playboy fueron establecidos principalmente por hombres, quienes estaban tras la conceptualización, el lente y la estrategia?

Sí, eso es a lo que los investigadores feministas se refieren como la “mirada varonil”. Desafortunadamente, con frecuencia las mujeres también “se dejan vender” estos estándares de belleza. De hecho, en mis investigaciones que trazan el movimiento de los ojos, hallamos que tanto los hombres como las mujeres muestran la mirada de objetivación hacia las mujeres atractivas.

¿Es posible definir cómo esta objetivación de las mujeres por parte de Playboy durante la segunda mitad del siglo XX afectó la vida de la mujer normal y corriente en su hogar?

Las mujeres ya no son representadas como pasivas amas de casa en los medios de comunicación, sino como activas agentes sexuales que se encuentran supuestamente apoderadas por su propia objetivación sexual. Aunque a diferencia del pasado, esto sigue siendo muy problemático porque restringe a las mujeres de maneras considerable. Existen otras marcas que intentan representar a las mujeres de forma má diversa y realística, y más empoderadas, tales como la campaña de Dove en pro de la verdadera belleza.